Por Alice Munro
Me interesó la lectura desde muy pronto, por una historia que me leyeron, de Hans Christian Andersen, que fue La Sirenita, y no sé si lo recuerdan pero La Sirenita es muy triste. La sirenita se enamora del príncipe, pero no puede casarse con él, porque ella es sirena. Y es tan triste que no puedo contarte los detalles. Pero bueno, tan pronto como terminé la historia me fui afuera y caminé dando vueltas y vueltas a la casa donde vivíamos, en la casa de ladrillos, e hice una historia con mi propio final feliz, porque pensé que se lo debía a la sirenita, y por alguna razón se metió en mi cabeza que sólo había sido hecha para que yo encontrara una historia diferente para mí; no iba a ir para todo el mundo, pero sentí que lo había hecho mejor, y de ahora en adelante, la sirenita se casaría con el príncipe y viviría por siempre feliz, lo que era como su postre, porque ella había hecho cosas terribles para ganarse al príncipe, su favor. Ella tuvo que renunciar a su cola. Tuvo que conseguir piernas que las personas ordinarias tienen y caminan, pero para ella cada paso que daba era doloroso. Estuvo dispuesta a hacer esto para ganar al príncipe. Así que pensé que merecía más que la muerte en el agua. Y no me preocupé de que a lo mejor el resto del mundo no conociera esta nueva historia, porque sentí que se había publicado tan pronto como la pensé. Así que, ahí tienes, fue un principio temprano en la escritura.
Fuente: Entrevista concedida al aceptar su premio Nobel.