Por Tobias Wolff
A veces es a partir de algo que ocurrió. Siempre leo en las revistas esas columna que da consejos. En general no uso ese material, pero hubo una excepción. Se trataba de un marido que acababa de casarse y él escribía porque estaba preocupado porque su flamante esposa compró los vestidos para las damas de compañía. La compra de los vestidos estuvo bien porque las damas de compañía pagaron sus vestidos. Que las damas paguen es algo normal. Pero la esposa compró los vestidos en una liquidación. Y les cobró a la amigas el precio original, o sea, el doble. Y ese fue el comienzo de la historia. Ahora bien, ¿qué se hace con eso? Entonces mi esposa es una mentirosa, decía él. Así que escribí una historia a partir de esa columna. Yo me crié en el Estado de Washington. Ahí, cuando yo era joven, todo el mundo cazaba y yo también lo hacía. Ciervos, patos, etcétera. Desde que salí del ejército no he tocado un arma. Pero cuando era chico escuché una historia de un gran grupo de cazadores que llegó porque había buena caza. Bebían. Y uno le disparó a otro, por error. Lo que estaba haciendo era atravesar una cerca con el rifle y una parte del alambre de púas rozó el percutor y le disparó al amigo. Lo pusieron en un auto y lo llevaron al hospital. Había dos autos llenos de amigos. Decidieron detenerse un momento y tomar algo. Fueron al bar, pero dejaron al herido porque iban a tomar rapidito. Y pidieron más de un trago y entonces el amigo se desangró en el auto. Realmente recordé toda la vida esta historia. Pero la verdad es que ese tipo de personas son de las personas con las que yo me crié. Y años más tarde decidí escribirla. Pero cambié todo. En mi cuento había tres personajes, de manera que podía trabajar mejor los personajes, ya que no eran una multitud. Saqué el alcohol, porque sino hay una explicación para el desenlace. La explicación sería: estaban borrachos. Lo que quería comunicar es que uno tiene que elegir, uno tiene que saber qué elige cuando actúa. Y lo hice peor en realidad. En vez de ponerlos en un auto lo pusieron al amigo herido en la parte de atrás de una camioneta, donde se estaba congelando. Y lo dejaron ahí cuando fueron al restaurante. Así que estaban bebiendo café. Y entonces los amigos hablaban cordialmente mientras el otro se estaba congelando en la camioneta. Entonces, a veces, como en este caso, o como por ejemplo en la historia de la flamante esposa, hay una historia (una trama) de base pero yo la cambio. Y otras veces empieza con el personaje. Ese personaje hace cosas que son lógicas de ese personaje. Y a veces me sorprende ver lo que ese personaje puede hacer.
(…) Yo, por ejemplo, he visto manuscritos de Chejov y él cambia una o dos palabras. Porque él lo desarrollaba tanto en su mente que no tenía que reescribir. Y lo mismo se puede aplicar a Hemingway. Él no reescribía. Él cambiaba una que otra palabra. Pero mi imaginación funciona de diferente manera y yo necesito repensar las cosas constantemente, mejorarlas. Pero no hay una regla que se pueda aplicar a la escritura. Todo escritor tiene un método distinto para escribir. Por ejemplo, yo tengo que trabajar en una sola cosa por vez. Porque si trabajo en varias pierdo el hilo. Pero recuerdo una entrevista con John Fowles, el autor inglés que escribió La esposa del teniente francés. Esto sucedió en el momento que aparecieron las computadoras pero él no usaba una computadora. Él trabajaba en una oficina y tenía varias máquinas de escribir y tenía una especie de escritorio circular y una silla con rueditas. En cada una de las máquinas tenía una historia distinta. Cuando él no podía avanzar con una entonces se desplazaba y se ponía frente a otra máquina de escribir. Y a él le funcionaba. Yo no podría hacerlo. No terminaría nada.
Yo no empiezo con un tema. Empiezo con un personaje, con unas líneas de narración, y luego cuando estoy escribiendo descubro de qué quiere hablar la historia. Pero esos temas sí se repiten una y otra vez. O sea que yo pienso a través de las historias. No tengo un cuerpo teórico fuera de la historia. Todo lo que yo pienso está en la historia. Y el resto del tiempo veo películas (se ríe.)