Por Mónica Sifrim Cuando veía bien sin anteojos me alcanzaba con rotar el cuello para espiar lo que leían mis circunstanciales compañeros de colectivo o subte. Ahora tengo que inclinar el torso hacia un costado, forzando los lumbares. Sin una […]
Por Mónica Sifrim Cuando veía bien sin anteojos me alcanzaba con rotar el cuello para espiar lo que leían mis circunstanciales compañeros de colectivo o subte. Ahora tengo que inclinar el torso hacia un costado, forzando los lumbares. Sin una […]